Adiós a las copas y a las botellas, ¿se acabarán en 2050?
La crisis del cristal está desabasteciendo al mundo del material transparente para fabricar tanto cristalería de mesa como botellas
Tal y como damos por hecho que del grifo de la cocina sale agua, esperamos que en un bar o en un restaurante nos sirvan nuestras bebidas en recipientes de cristal. Sin embargo, la crisis del cristal está desabasteciendo al mundo del material transparente, necesario –entre otros– para fabricar tanto cristalería de mesa como botellas. Aunque es un problema del primer mundo, da pavor imaginar cómo sería una vida sin el característico chin-chín de un brindis.
Sin arena, ni copas, ni chips ni botellas
Como en casi todo, la respuesta está en la tierra. Pascal Peduzzi, director de la Base de Datos de Información de Recursos Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente, comentaba en un seminario el pasado mes de marzo: “Nunca pensamos que nos quedaríamos sin arena, pero está comenzando a ocurrir en algunos lugares”. China e India son los países cuyos fondos marinos, costas y ríos están viendo afectados sus ecosistemas, ya que la tasa de extracción supera la tasa de reposición natural. “Hacia 2050, la demanda podría ser mayor que el suministro”, advierte Global Sand Observatory Iniciative para Nature.
Con Alemania, Francia, España e Italia a la cabeza, Europa es el mayor productor de cristal
La escasez viene notándose desde 2015, y no es para menos: tanto la arena como la grava son los materiales más extraídos del planeta, incluso más que los combustibles fósiles. Sus principales interesados son el sector de la construcción –que ha aumentado la demanda de arena en un 300% respecto a los últimos 20 años– así como el sector tecnológico, que la usa para fabricación de componentes, y la industria de envases de cristal. Y no: la arena del desierto, que parece infinita (pero tampoco lo es) es demasiado poco angulosa para producir cristal.
Por otra parte, la deslocalización de la industria del cristal estadounidense, que en buena parte se concentra en el Este de Asia, se encuentra ahora con un endurecimiento de las restricciones por emisiones contaminantes, lo cual haría imposible recuperar los ritmos de producción anteriores. En este sentido, cabe recordar que Europa –con Alemania, Francia, España e Italia a la cabeza– es el mayor productor mundial de cristal, empleando a 100.000 (según cifras de 2012 de la Comisión Europea), con una cuota de mercado de un tercio del mundo, de la cual el 54% son recipientes y envases de cristal. Las emisiones contaminantes se regulan, en nuestro territorio, por la Directiva Industrial de Emisiones y por el documento de referencia de buenas prácticas (BREF).
Para más inri, un rastro de sangre empieza a manchar la arena. La citada investigación de Nature, llevada a cabo por Mette Bendixen, Jim Best, Chris Hackney y Lars Lonsmann, determina que actualmente no poseemos cifras reales sobre las cantidades de arena que se extraen del planeta. Se estima, por lo bajo, que está entre 32 y 50 billones de toneladas, un número que no tiene en cuenta el comercio ilegal de arena en 70 países, con resultados cruentos. Se espera que la misión de la NASA Surface Water and Ocean Topography, que se lanzará dentro de nueve meses, proporcione imágenes nítidas para poder controlar, estas actividades mineras.
Pese a esta constatación, desde Estados Unidos, Scott DeFife, presidente del Glass Packaging Institute, declaraba a finales de enero que hubiera una escasez de cristal. DeFife exponía su voluntad de desmentir el dato y afirmaba que “los proveedores nacionales no se han quedado sin inventario y tampoco hay falta de materias primas para fabricar el cristal”. Lo cierto es que, además de la amenaza corroborada de una futura falta de arena, la situación actual es un cúmulo de factores: desde la subida del precio de la energía hasta un tapón de pedidos que no se logra resolver, con el Covid-19 en el centro de todo.
La perfecta tormenta de arena
En 2020, tuvo lugar un escenario que desencadenó el actual desabastecimiento de cristal en todo el mundo. La pandemia que ocasionó la covid-19, tal y como indica Pedro Bernardo, socio propietario y director comercial de DKristal, especialista asturiana en cristal fino de alta resistencia, ha ocasionado distintos parones en la operativa por falta de demanda. “El último, con el pico de contagios que empezó tras el puente de diciembre, que provocó numerosas cancelaciones en restaurantes, nuestro principal cliente”. Por otra parte, Bernardo añade que la actual inflación “creciente y brutal” de las materias primas no ayuda, y que se suma a la de otros productos, como el gas, la madera o el cartón, que intervienen en la producción de cristal.
Actualmente, el vidrio tarda más de tres semanas en llegar y es un 30% más caro
Para rizar el rizo, destaca que los incrementos en el precio de la energía, “siendo la del cristal una industria electrointensiva”, como también en el transporte. Le da la razón DeFife, que apuntaba una subida de 5.000 a 30.000 dólares por contenedor, con la dificultad de encontrar transporte en un tiempo razonable. ¿Cuándo cambiarán las cosas? Según el pronóstico de Bernardo, la situación se mantendrá durante todo el 2022, siempre que no empeore por una bajada del consumo.
En esta línea, Enric Porta, secretario general de la Unión de Licoristas de Catalunya, declaraba para EFE: “no es que falte vidrio, es que llega tarde y más caro”. En concreto, más de tres semanas en llegar y un 30% más caro. Esto se vio reflejado, por ejemplo, en Montilla-Moriles: tal y como recogía ABC en octubre de 2021, al finalizar la vendimia, las bodegas confirmaban que tenían más vino que botellas para embotellar. Asimismo, en los productos estrella de Constellation Brands, el fabricante de las cervezas Corona y Modelo, que aumentaron en un 2% su precio a causa de esta situación, tal y como informaba Bloomberg el pasado mes de enero. El sector cervecero tampoco se salva: las latas de aluminio también escasearon al incrementarse el consumo en casa.
La pandemia también ha afectado negativamente al sector, que tuvo que ralentizar o incluso detener sus actividades productivas (por las olas de contagio, los brotes internos y/o la mencionada bajada de demanda) hasta un punto del que no es difícil recuperarse debido a las características de la industria: detener o volver a encender un horno de fundición es complicado y muy costoso. Por todos estos motivos, no es de extrañar que empresas míticas en la fabricación de productos de cristal como Duralex se vieran en la cuerda floja tras no poder resistir el embate de la perfecta tormenta de arena.
Y por si esto fuera poco, hoy compite por el cristal otra industria: la farmacéutica. La campaña de vacunación frente al Covid-19 y sus variantes ha aumentado la demanda del cristal con el que se fabrican los viales que contienen la vacuna.
La escasez del cristal desde la hostelería
Xavi Rutia, del restaurante Monocrom, comenta que lo ha notado tanto en su bodega como en sala. “Este año todo el mundo habla de las botellas: que si llegan o no llegan, que si faltan, que si suben de precio… En cuanto a copas, nosotros pedimos, antes de verano, más copas de las que gastamos y nos llegaron 2 meses tarde y la mitad de las que habíamos pedido. Ahora ya no estamos recibiendo ninguna desde hace 3 meses. De hecho, hay clientes que me han llegado a pedir copas porque no tienen en casa y a algún viticultor les he llegado a dejar para que puedan catar en casa”.
Este año todo el mundo habla de las botellas: que si llegan o no llegan, que si faltan, que si suben de precio...
Jota, bartender del Pony Bar, ha notado la crisis del cristal en su propia barra. “Hace varios meses hubo rotura de stock de algunos destilados determinados y se comentaba que, a pesar de que sí había producto, no podía embotellarse debido a la escasez de cristal y del aluminio”.
Sin cristal, que es capital para la ejecución de su trabajo, Jota imagina que podría echar mano de distintas fórmulas en el caso de que empiece a escasear mucho. “Algunas son más nuevas y otras más tradicionales. Por ejemplo, el bag-in-box (mucho más extendido en Francia que en España) para envasar vinos, vermuts y licores varios; las latas, que nos obligarían a sacudirnos la impresión de que envuelve a un contenido barato; las barricas de vino de las bodegas de toda la vida. Por otro lado, siempre han estado ahí las típicas jarras de cerveza de cerámica, otros recipientes de arcilla o, incluso, las jícaras de calabaza u otras fibras naturales para el mezcal”.
Jota destaca, como trabajador que manipula constantemente recipientes y envases de cristal, que se haya perdido la práctica de reutilizar el cristal antes que reciclarlo. “Me rompe la cabeza que la mayor parte de botellas no sean retornables, es decir, que se devuelva la botella a la planta para un reembotellado. Hace varias décadas, esto era lo común”.
Para Oscar Soneira, comercial de la distribuidora de vinos Matos y motor del proyecto de elaboración de vinos Hemoglovinum, lo más significativo es el encarecimiento de las botellas. “¿Se están encareciendo las botellas? Sí. ¿Se están encareciendo tanto como para subir el margen? No.”, se queja. “Me encuentro también en que faltan tipos de botellas de determinado pesaje y, en muchos casos, tienes que adquirir la siguiente, que es más cara por unos 10 o 20 céntimos. Sin embargo, los proveedores, en algunos casos, están subiendo entre 1€ y 1,5€ la botella, lo cual a mi entender es un margen absorbible por su parte bastante grande. Esta es una queja común, a día de hoy, en el sector. Las bodegas pequeñas, tendremos que reflejar este aumento en los vinos”, indica.
Alternativas al cristal
Conseguir la transparencia del cristal con otros materiales no es tarea fácil. Por supuesto, existen prototipos novedosos como la madera transparente, desarrollada por Junyong Zhu de Forest Products Laboratory junto a la universidad de Maryland y Colorado, pero están lejos de ser accesibles para el común de los mortales.
Miramos hacia el futuro con el diseñador industrial Joan Vandellós, que asegura que si no fuera por esta característica tan especial del cristal que nos deja apreciar el color, el brillo y la opacidad de las bebidas, podría imaginarse perfectamente un mundo sin cristal.
“El cristal es solamente uno de los materiales en el planeta que vitrifican. Otro de ellos, por ejemplo, es la cerámica, que sin esmaltar ofrece una cualidad refrigerante muy interesante, como en los botijos. Por contrapartida, la cerámica no es fácilmente reciclable”. El diseñador industrial afirma que, aunque no es transparente, la porcelana puede llegar a ser translúcida. Incluso, afirma, podrían desarrollarse bioplásticos con base de materia orgánica, algo cada vez más común en investigación de materiales. Para ello, se inocula un hongo a los residuos orgánicos, se le da forma, se deshidrata el resultado y recubre con una cera o un recubrimiento hidrófugo.
Actualmente, otras alternativas son el plástico y sus derivados, como el tritán –popular en la confección de copas, vasos y vajilla reutilizable, o el policarbonato. También se investiga el uso de cenizas volcánicas y cenizas volantes, un subproducto de la quema de carbón, con el uso de arena de sílice y con métodos que conviertan el cristal presente en algo mucho más resistente, como distintos temperados y recocidos, así como infusiones en materiales como el titanio. Por supuesto, el gesto de siempre, siempre cuenta: reutiliza y recicla.
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