- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Museo de Vidrio de Cartagena (MUVI)
El tesón y empeño del colectivo de Artesanos Vidrieros ´Santa Lucía´ de la Región de Murcia se traduce en cada rincón del Museo del Vidrio de Cartagena, espacio que reúne el pasado, presente y el futuro de este oficio
28·09·11 | 07:00
En el piso superior del museo, situado en la calle Monroy del barrio de pescadores, se han instalado quince vitrinas adquiridas gracias a las donaciones de otras tantas empresas e instituciones como Aquagest, Sabic, José Díaz, El Corte Inglés, FCC, CAM, Cajamurcia, la Cámara de Comercio, la Asamblea Regional y Bernardino Arquitectos, entre otras. En su interior se exponen cerca de 200 piezas de cristal, la mayoría pertenecientes a la colección privada del cartagenero José Angosto García Vaso que han sido donadas al museo.
«Son tallas de la antigua fábrica de cristal de Santa Lucía de entre 1834 y 1955», explicó el presidente de la asociación de Artesanos Vidrieros ´Santa Lucía´ de la Región de Murcia, Manuel Gil, quien señaló que en agradecimiento a las empresas que han colaborado en este proyecto en cada vitrina se exhibe el logo de las diferentes entidades. Algunos de estos objetos son muy familiares para muchos cartageneros que los han visto en su niñez en casa de sus mayores. «Tienen un gran valor sentimental. Hay copas, botellas, bandejas, compoteras, saleros, gallinas», indicó. El color predominante en estas tallas es el transparente, aunque algunas son de otros tonos como el azul y el verde.
Otra de las curiosidades del taller son los primeros moldes de los vasos del tradicional asiático, que datan de 1930 y son propiedad de José Díaz. «Hemos pedido al Museo Arqueológico Municipal que nos done un poco de vidrio y un crisol –recipiente– romanos para exponerlo aquí»,
dijo.
Asimismo, en esta zona también se exponen algunas piezas de artesanos vidrieros de la Región que pertenecen a la asociación compuesta por 22 maestros en el arte del soplado. En este recorrido, el espectador podrá ver un documental sobre la antigua fábrica de Santa Lucía y la tradición vidriera con entrevistas a los pocos artesanos que aún están vivos, entre ellos Manuel Gil, Francisco García Romero, vicepresidente de la asociación, y José Reina, de la pedanía murciana de Santiago El Mayor.
En la planta baja, que también se incluirá dentro del circuito de visitas, se encuentra el taller de los artesanos con los diferentes oficios. «La idea es que el público pueda ver cómo se utiliza el soplete, la cortadora o la lija», apostilló Gil, quien destacó algunas de las máquinas expuestas en esta zona del inmueble. «Tenemos un torno antiguo de 1850 que se utilizaba para grabar bronce en la antigua fábrica de Santa Lucía y una prensa para hacer las planchas usando ácidos clorhídricos», explicó.
En este espacio además se encuentran tres hornos, uno grande y dos auxiliares; así como otros tres hornos eléctricos para enfriar las arcas de
recocido, también conocidas como ´muflas´, y varias herramientas propias del oficio como lijadoras, sopletes y cortadoras. El maestro de soplado, Juan Carlos Calabria, junto con Manuel Gil –hijo– son los encargados de llevar la parte técnica del museo. En estos momentos están en Granada para conseguir los moldes de piezas antiguas que luego producirán en el centro con intención de venderlas al visitante como recuerdo. «Se trata de las míticas hojas de parra, las gallinas, el salero de pellizco de uno y de dos cuerpos», precisó.
El centro acaba de adquirir una prensa en Almansa para fabricar piezas antiguas. En octubre, el museo se inaugurará con un curso de Formación Profesional sobre soplado de vidrio subvencionado por el Servicio Regional de Empleo y Formación (SEF), a través de la Agencia de Desarrollo Local y Empleo (ADLE), que comenzará con 15 alumnos.
recocido, también conocidas como ´muflas´, y varias herramientas propias del oficio como lijadoras, sopletes y cortadoras. El maestro de soplado, Juan Carlos Calabria, junto con Manuel Gil –hijo– son los encargados de llevar la parte técnica del museo. En estos momentos están en Granada para conseguir los moldes de piezas antiguas que luego producirán en el centro con intención de venderlas al visitante como recuerdo. «Se trata de las míticas hojas de parra, las gallinas, el salero de pellizco de uno y de dos cuerpos», precisó.
El centro acaba de adquirir una prensa en Almansa para fabricar piezas antiguas. En octubre, el museo se inaugurará con un curso de Formación Profesional sobre soplado de vidrio subvencionado por el Servicio Regional de Empleo y Formación (SEF), a través de la Agencia de Desarrollo Local y Empleo (ADLE), que comenzará con 15 alumnos.
Durante las próximas semanas se instalarán unos ventanales en el piso superior para aliviar el calor que aguanta el edificio, cuya cubierta es de vidrio y en cuyo interior, debido a los hornos, se alcanza una temperatura superior a los 40ºC. «Van a empezar las obras en breve. Además, se va a terminar la entrada principal que está pendiente de instalar la rampa de acceso para minusválidos y unos escalones», indicó Gil.
«La idea es que los cartageneros que lo deseen puedan exponer sus piezas en el centro de forma temporal para deleite de los amantes del cristal y aficionados a este oficio», resaltó el presidente de la asociación.

«La idea es que los cartageneros que lo deseen puedan exponer sus piezas en el centro de forma temporal para deleite de los amantes del cristal y aficionados a este oficio», resaltó el presidente de la asociación.
Fábrica Valarino, en Santa Lucía, vista desde el mar.
La industria del vidrio
LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN. HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA
Sábado, 13 de enero 2018, 09:03
No se sabe exactamente cuándo o dónde fue fabricado por primera vez el vidrio, aunque se piensa que tiene su origen en Mesopotamia, donde han sido encontrados trozos que datan del tercer milenio a.C. Su evolución va a la par que el de la propia civilización humana.
Egipto y Roma avanzaron en la técnica y la propagación en el arte de su fabricación. Con la aparición del horno industrial de vidrio y la revolución productiva en el siglo XIX se introdujeron las primeras máquinas de automatización de la producción. Aunque no fue hasta comienzos del siglo XX cuando se convirtió en una industria de masas.
Y hasta aquí quería llegar, pues en Cartagena se instalará una importante fábrica de cristal, que dio fama a la ciudad y que hoy día sigue siendo un referente en la historia del vidrio en España.
Ya no existe la fábrica, pero sí un Museo del Vidrio de Santa Lucía, como sala de muestras y como centro de formación, de la mano de la Asociación Artesanal de Vidrieros de Santa Lucía. Su principal objetivo es convertirse en la pieza clave que garantice el relevo generacional en un oficio centenario y para recuerdo de una tradición vidriera de Cartagena por medio de una exposición con más de 200 piezas, distribuidas en 15 vitrinas, procedentes de la antigua fábrica de cristal de Santa Lucía.
El museo tiene la misión de rescatar y difundir la historia del vidrio en Cartagena, así como promover la cultura de aprecio al vidrio e incentivar la producción artística con este material, pero necesita ayuda en forma de fondos económicos para su supervivencia. Desde esta humilde sección periodística, solicitamos a las instancias administrativas y privadas que colaboren y ayuden a su mantenimiento.
De la abundante bibliografía, extraemos unos breves apuntes sobre la historia de la Fábrica de Cristal y Vidrio de Santa Lucía, en Cartagena.
Fundada en 1834, será conocida como Fábrica Valarino por el apellido de su fundador y primer director, llegando a convertirse en una de las principales empresas del sector y fundadora en 1908 de la Unión Vidriera de España.
Coincidente con el llamado auge minero de finales del XIX en Cartagena, su emplazamiento en el barrio de Santa Lucia y junto al puerto, está relacionado con la extracción del mineral necesario para el alimento de sus grandes hornos, factores como el suministro de materias primas (sílice, sosa, potasa, etc.) y combustible (carbón, hulla), fácil salida de producción por el puerto, y un mercado local, nacional e internacional en expansión fueron determinantes a la hora de establecer esta ubicación.
El empresario era Tomás Valarino que, junto a miembros de su familia, se lanzan decididamente a esta aventura empresarial, sus antepasados ya estaban enraizados en la ciudad, las familias Valarino y Mordeglia, armadores y comerciantes franceses y genoveses instalados a finales del siglo XVIII. Su gran patrimonio familiar le permitió no solo montar una fábrica de cristal, también hizo lo propio con una de cerámica y loza denominada La Amistad.
En 1877 fallece el fundador y será su hijo político Joaquín Togores y Fábregas quien tomará las riendas de la fábrica, convirtiéndola en la primera del país.
Este aristócrata militar con amplios conocimientos de ingeniera la dotó de los más desarrollados avances industriales y técnicos de la época, su prestigio nacional e internacional ayudaron a que la competitividad y prestigio de la vidriera cartagenera fuera a la vez unos de los grandes polos de desarrollo de la ciudad, convirtiéndose en un distrito industrial en donde se instalaron otras industrias como las fundiciones de plomo y desplantación, gas y fábrica de cobre, muelles y almacenes convirtiendo al barrio de Santa Lucia en la 'fabrica' de Cartagena.
Tecnología avanzada, nuevos productos, expertos extranjeros en el arte del vidrio que transmitían la especialización entre generaciones de familias de maestros vidrieros, su especialización de cristal blanco grabado o tallado y vidrio hueco no hacían más que engrandecer a esta industria que se imponía a cualquier otra del país.
Siguiendo un modelo gerencial basado en la importancia de las relaciones familiares y de parentesco, como elementos claves en el funcionamiento de la empresa, a la muerte de Togores le sucede en el cargo Esteban Mínguez, nieto político del fundador. De esa manera, la Fábrica de Herederos de Valarino, nombre con el que se presenta comercialmente, tiene en 1904 su tercer director y comienza una nueva etapa marcada por la concentración empresarial.
Con la creación de la Unión Vidriera de España, Sociedad Anónima, la Fábrica de Valarino pierde su denominación para convertirse en la Fábrica Nº 1 de dicha sociedad. La numeración correspondía a su antigüedad. Su integración suponía el final de una etapa empresarial, caracterizada por una gestión personalizada y cuyos problemas de capitalización y dirección se habían resuelto dentro de la misma familia. El comienzo de una nueva etapa en 1908 se culminaría con la propia decadencia del negocio, es el final de su vida laboral y artística.
La industria que tanta fama diera a Cartagena desde el primer tercio del siglo XIX es clausurada el 2 de febrero de 1955.
No dejemos ahora que el museo que la recuerda pueda desaparecer.
Comentarios